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  • br Los tres textos de los que me

    2019-04-29


    Los tres textos de los que me ocupo se centran en la figura de Antonio Muñoz, en el momento en que llega enzastaurin la Nueva España en 1568 para juzgar la conducta del virrey marqués de Falces. Si bien hay algunas diferencias en las versiones, la mayor parte coincide en presentar a este visitador como un hombre arbitrario y autoritario. Así, la intención de sentido parece ser la de destacar la crueldad de un funcionario del Estado español, nombrado por el rey, lo cual subrayaba la necesidad, , de la Independencia. Centrar la atención sobre este personaje, pintado claramente como villano, establece un enemigo común, externo, frente al cual los habitantes de la Nueva España podrían unirse, emocionalmente o por medio de las armas. En cuanto a los lectores contemporáneos de los autores, parecería buscarse la reacción reafirmativa del movimiento de Independencia. Sin embargo, esta visión negativa de Muñoz no es ya, por ejemplo, el lente desde el cual se considera a este personaje en nuestros años. En el artículo “Alonso Muñoz, consejero de Indias”, Carmen Martínez Ríos sigue la amplia carrera de este funcionario e incluso de su familia, después de su muerte. Esta autora menciona muy de pasada la crueldad del visitador, contrastada con la de otro de los visitadores, Carrillo, el funcionario que viajó con él a la Nueva España a resolver los problemas políticos que empezaban a afectar la economía y el comercio de la Corona. En el recorrido que hace Martínez de la vida de Muñoz, el asunto de su supuesta crueldad es un asunto menor, frente a la larga y exitosa carrera que había tenido como funcionario: baste ver el título del ar-tículo, donde el énfasis se coloca en su papel como consejero de Indias. La autora usa como fuente el libro de Juan Suárez de Peralta, . Este tratado fue escrito en 1589 y apenas rescatado a enzastaurin fines del siglo . No deja de ser interesante que, si bien Suárez de Peralta menciona la crueldad de Muñoz, tampoco es, para él, ni remotamente el principal rasgo de su carácter. En su versión, las variaciones con respecto a Manuel Orozco y Berra y Torquemada, son mayores. Por ejemplo, la ya mencionada crueldad de Muñoz, que en los textos a los que hago referencia en el cuerpo del artículo es fundamental, queda en sospecha en la de Suárez de Peralta e incluso se la atribuye, como posibilidad, a Carrillo —si bien sí se acepta que Muñoz tenía esa fama (Suárez de Peralta: 233). Por no haber sido fuente de los textos aquí comentados, no me ocupo en detalle de esta versión. Baste decir que apunta a lo resbaladizo de las distintas versiones de los hechos, y a la decisión de adoptar una u otra fuente histórica para realizar una versión literaria e incluso, al elegir una versión, llevar a cabo una selección de fragmentos y luego recrearlos. Las formas literarias de presentación de los textos aquí comentados son distintas: estamos frente a una obra de teatro, dos artículos (o capítulos de libro) y un cuento.
    El establecimiento de una ‘periodización’ de la historia de la literatura mexicana a partir de cuatro etapas —la prehispánica, la novohispana, el siglo y la contemporánea— pareciera algo dado de manera en ella se integran las producciones líricas y los mitos de los pueblos precolombinos; los autos sacramentales, sermones, poemas y obras dramáticas del periodo colonial; la Arcadia, el Romanticismo, la novela histórica y el Modernismo decimonónicos; así como el Ateneo, las vanguardias, la novela de la revolución, el grupo de los Contemporáneos y los narradores, poetas, dramaturgos y ensayistas del siglo (y lo que va del ). Todos ellos conforman una unidad que denominamos literatura nacional, la cual ha integrado una serie de autores y textos heterogéneos, en torno a la idea de una literatura común que, entre otras cosas, nos ayuda a definirnos como . Sin embargo, esta visión, interiorizada y transmitida durante el siglo a través de la educación, los libros y los manuales escolares, no es tan como podría parecer: es, más bien, una construcción historiográfica elaborada durante el siglo . Esto implica que la integración del prehispánico y novohispano a la idea de una literatura fue el resultado de una transformación, ocurrida a partir de la segunda mitad del siglo , en la cual las elites intelectuales pudieron distanciarse de un pasado conflictivo —como era el colonial— para integrarlo en la idea de una historia común. Las siguientes páginas abordarán, por lo tanto, las reflexiones elaboradas por José María Vigil (1829-1909) sobre su manera de integrar el pasado novohispano en la historia literaria mexicana. Trabajar con esta incorporación del pasado colonial en la obra del intelectual jalisciense nos lleva a una segunda cuestión, no menos importante: la restitución que Vigil realiza de gran parte de la obra de sor Juana Inés de la Cruz frente a una lectura, por lo general negativa, que fue una constante durante el siglo .